martes, 31 de agosto de 2010

Las 10 cosas que me llaman la atención de París

Hoy leí en un blog las 10 cosas que hay que conocer de New York o algo así y me dije pues hay que ponerse en la tarea de saber cuáles son esas diez cosas que, para mí, caracterizan París. Espero que los que conocen la ciudad encuentren puntos en común y sobre todo que me ayuden a enriquecer la lista.

1. Los parisinos sólo quieren hablar francés, incluso si hablan otros idiomas. Si uno se acerca a un francés en París y le pregunta en inglés por una dirección lo más probable es que responda, con cara de pocos amigos, que no sabe. Pero en cambio si la pregunta es en francés, le van a responder en inglés. Lo primero como una forma de decir que si está en Francia debe hablar francés y lo segundo para mostrarle que el francés en el que usted preguntó no es lo suficientemente bueno.

2. Muchas mujeres lucen con el pelo sucio y despeinado y los señores con un aire desarreglado y sin afeitar. Dicen los que saben de moda que esto es medido y que para lucir así cada parisino gasta un tiempo importante produciendo su estilo. Para mí es simplemente falta de baño en la mañana (tal vez me equivoco, pero no lo creo).

3. En el verano los olores en el metro, en los buses, en las calles son inaguantables. Es un fuerte olor a mugre revuleto con sudor.

4. Los espacios en los restaurantes son tan pequeños que donde normalmente cabría una mesa, ellos acomodan dos, hay que aprender a moverse en los reducidos espacios. Eso es lo que muchos denominan el aire chic de los restaurantes en París

5. En los restaurantes no se da propina a los meseros, lo que trae como consecuencia que ellos no hagan ningún esfuerzo por dar el mejor servicio. Hacen su trabajo porque les toca: así que si están de mal genio lo muestran y si por alguna extraña razón es buen genio lo que hay, también lo muestran.

6. Hay que ser muy formales al hablar con un francés, siempre excusarse por molestar, pedir el favor... Si por alguna extraña razón uno no empieza la frase excusándose y termina pidiendo el favor, le van a dar una no muy amable lección de buenos modales, recordándole la frase que olvido decir en la construcción.

7. La comida es de lo mejor, incluso en los restaurantes simples (ojalá lejos de las áreas turísticas), se puede comer muy bien y por precios razonables (entre 15 y 20 euros por un menú que incluye entrada y plato o plato y postre; a veces pueden ser los tres).

8. La ciudad es linda por donde se le mire, sus edificios tienen tanta historia que con la primera mirada, siempre hay ganas de seguir indagando para llegar al final de por qué la forma, la imponencia, la belleza.

9. Uno de los mejores planes es sentarse en "terraza" o sea en las mesas que están puestas en el andén afuera de los cáfés o restaurantes a ver pasar la gente y por qué no imaginar las nacionalidades, las conversaciones...

10. El mejor mes para visitar París es agosto, porque es cuando todos los parisinos se van a visitar otros lugares. Entonces se respira tranquilidad y un poco más de amabilidad. Lo único a tener en cuenta es que muchos sitios cierran (como los consultorios médicos, algunos almacenes, restaurantes). Igual con lo que hay abierto es suficiente para disfrutar del mejor mes del año en París.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Comer, rezar y amar...

La semana pasada terminé de leer este libro de la norte americana Elizabeth Gilbert y la verdad fue que me gustó. Empecé a leerlo un viernes y sólo pare de leer tres días después, cuando terminé. Podríamos decir que esto hubiera podido causarme una indigestión literaria, pero nada paso porque es una escritura simple y ligera, se trata sólo de la historia de una parte de la vida de la autora que hoy es conocida en el mundo entero. Ella cuenta sus descubrimientos durante un año dedicado a reencontrarse consigo misma. Me divirtieron mucho la primera y la última parte, porque son las de comer que me encanta y la de amar que me interesa.

Antes de empezar a leer este texto, quien me lo recomendó me dijo que era el tipo de búsqueda que cualquier mujer puede hacer luego de un momento duro de su vida, en el caso del libro, después de un divorcio doloroso del que Elizabeth tuvo pérdidas de todos los estilos.

La autora empieza su magnífico viaje en Roma en donde mientras conoce la ciudad y las personas se dedica a comer, disfrutando cada alimento. Me acordé un poco del libro mexicano como agua para chocolate, sin ser iguales hablan con pasión de la comida y eso me gusta. La segunda parte la vive en India en donde aprende a meditar, a estar en silencio, a dejar de lado el dolor y en la tercer parte viaja a Balí en donde conoce la posibilidad de amar y de ser amada en un momento de su vida en el que está completa, en el que sólo necesita de ella misma para ser y es entonces cuando sale al mundo y encuentra el amor, la pasión, el disfrutar.

Recomiendo este libro para quienes pueden viajar por el mundo a reencontrarse y también para quienes como yo buscan historias que inspiren sin necesidad de moverse del sofá de su propia casa. Me gusta la obra porque es simple, porque es auténtica, porque es humana y porque la escribe una mujer que como muchas y me incluyo sentimos que dentro de nosotras hay aún muchos espacios por explorar.

martes, 24 de agosto de 2010

Un blog personal

Me acuerdo de hace algunos meses cuando decidí empezar a escribir en este blog gracias a un amigo de mi esposo que me dijo: deberías aprovechar que ahora no trabajas para crear un blog y contar tus experiencias en París, recomendar restaurantes, galerías, sitios interesantes. A mi me pareció una excelente idea y al siguiente día, aún sin haber pensado en el nombre, hice contactos con una pequeña galería para entrevistar a los artistas.  Pensé que podría enfocar este blog por el lado del arte.  Luego, por alguna extraña razón empecé a escribir sobre mis experiencias personales y para mí estuvo bien, tan bien, que un día intenté recomendar restaurantes y esa entrada la borré poque no me sentí cómoda hablando de restaurantes en un espacio en el que quería compartir algo de mis búsquedas y experiencias.

Hoy, he publicado más de 25 entradas y el ejercicio de hacerlos ha sido intersante por multiples motivos, el primero porque es un espacio para desahogarme, para compartir, para contar mi historia, para aclarar mi mente... Es un ejericio que me encanta porque varias veces a la semana me siento frente a una página en blanco y empiezo a llenar las líneas, empiezo a corregir, a cambiar. Cada día siento que aprendo a escribir un poco mejor y eso para alguien que como yo sueña con ser una buena escritora es la mejor experiencia que se puede obtener de un blog.  Aquí me siento obligada a leer y releer...

Un blog es un gran espacio de construcción, de reconstrucción, de descubrimiento. Desde aquí estoy construyendo mi futuro, que espero un día antes de mis 80 sea como escritora; estoy reconstruyendo mi vida llena de preguntas, de disyuntivas, de caos, de cambios, de miedos y también me estoy descubriendo en nuevas facetas que me sorprenden.

lunes, 23 de agosto de 2010

En la vida se aprende a caminar, caminado

Cada día me preguntó qué hago aquí, qué hago ahora, por qué me pasa esto, por qué soy así, por qué los otros son como son, por qué llueve cuando acabo de cepillar mi pelo, porque hace sol cuando quiero sentir frío. Por qué perdí el tren, por qué no oí el teléfono, por qué personas que amo han muerto, por qué estoy lejos, por qué si, por qué no... Pero por supuesto también de las preguntas paso a afirmaciones como la de: estoy segura que si pesara cinco kilos menos sería mejor, si me hubiera levantado más temprano, si no tuviera acento cuando hablo, si me hubiera ido más tarde, si hubiera dicho que no, si hubiera empezado por la mitad, si me hubiera esforzado más, si me hubiera peinado así.

Paso tanto tiempo entre preguntas que no se contestar  y entre hipótesis absurdas sobre lo que sería mi vida, que pierdo mi presente contándome historias que tal vez no suceden y tal vez no sucederán. Entonces, el resultado para mí es que no disfruto del presente porque estoy haciéndome preguntas sobre el pasado y pensando en que todo podría ser diferente si esto o aquello.

Si sólo pudiera como los yoguis disfrutar en el momento, pensar sólo en lo que estoy haciendo, en el ahora, que es lo único con lo que cuento. Sólo quiero disfrutar de mi aprendizaje caminado por la vida tranquilamente viendo y sintiendo como mis pies se posan en la tierra a cada paso y como puedo mirar a mi alrededor, oir cada ruido, disfrutar de cada ser.  Hoy sólo quiero aprender a caminar caminando, sin hacerme preguntas, sin buscar respuestas, sin querer cambiar el ayer. Sólo quiero caminar y conjugar mis verbos en presente.

jueves, 19 de agosto de 2010

Gracias!!!

Gracias a quienes siguen mi blog, a quienes me escriben mensajes para decirme que lo leen y les gusta, a quienes me dejan comentarios, a quienes me inspiran. Gracias, gracias, gracias...

Para mí esto de tener un blog tan personal se está volviendo parte de mi vida, siempre espero tener el espacio y el tiempo para poder escribir. Como dije un día es un espacio que me permite relajarme, aprender a escribir y en últimas a conocerme mejor. 

Es un blog que me hace feliz.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Escojo la opción de la comunicación

Soy comunicadora por convicción, vocación y formación. Creo que empecé a hablar antes del tiempo para anunciar cuál iba a ser mi futuro. Mi vida siempre ha girado en torno a la comunicación y a encontrar el equilibrio en esta área. He pasado por épocas en las que me comunico mucho, lo digo todo. Si me preguntan cómo estoy no sólo contesto bien gracias, sino que hago toda la lista de la verdadera forma en la que me siento, lo que va bien, lo que va mal. Hago una descripción completa de cómo estoy. Me gusta esta nueva forma de comunicarme, que me recuerda mi pasado de timidez, de hablar poco, de no contar mucho, de jamás quejarme (creo que a mi esposo le gustaría esa anterior versión). Ahora en cambio, casi siempre, digo lo que me gusta y me tomo tiempo en describirlo, pero también digo lo que no me gusta y a veces lo repito y busco la forma de cambiarlo, lo que hace que me quede por mucho tiempo hablando conmigo, con los otros, con ustedes sobre lo que me gusta y también sobre lo que no me gusta.

Me gusta comunicarme, pero no siempre es fácil hacerlo, porque por una extraña razón, hay días en los que me cuesta hablar con la gente, me cuesta preguntar. Sobre todo cuando debo hacerlo en otro idioma, en un idioma en el que debo buscar las palabras y en el que escucho comentarios sobre el acento (que si es fuerte, que si es suave, que si habla bien, que si habla mal). Me cuesta comunicarme cuando luego de una entrada que he pensado antes de hacer una llamada teléfónica, del otro lado escucho el ensordecedor silencio de mi receptor y entonces no sé si me entendió o no, e inmediatamente me pongo en la tarea de reconstruir la frase, de decir todo de una nueva forma. En ese momento la inseguridad se apodera de mí y el resultado es que sabiendo lo que quiero decir y con millones de ganas de decirlo, sólo puedo responder gracias por la información. Los momentos más duros son cuando dos veces me responden lo mismo, como si en la primera yo no hubiera entendido. Y entonces me digo pero el que no ha entendido es él, porque yo entiendo desde la primera, si quisiera una repetición hubiese pedido una repetición. A veces comunicarme con los otros, con esos otros que tienen miedo a oír un acento diferente cuando se habla su lengua, se me convierte en toda una labor en la que debo recordar que soy comunicadora por convicción, vocación y formación.

martes, 17 de agosto de 2010

¿Qué hace un matrimonio feliz?

Hoy una amiga me dijo que alguien le había preguntado hacía poco que cuál era el secreto de un matrimonio feliz y duradero.  Y ella contesto: "Que yo vivo en Bogotá y mi esposo en París" y por supuesto después de esto sonrió.  Yo muchas veces me he hecho la misma pregunta, porque debo confesar que estos cuatro años de matrimonio, no han sido fáciles y en muchas ocasiones he querido salir huyendo. De hecho varias veces me he ido a pensar con calma, lejos de mi esposo.  De los cuatro años, uno y medio he estado como mi amiga: Yo en Bogotá y mi esposo en París. Pero no, no creo que ese sea el secreto. Creo que si existiera, ya habría alguien que nos lo hubiera vendido, o escrito, o untado, o contado.

El asunto es que sí creo que hay unos puntos básicos que es bueno tener en cuenta antes de casarse, y son los mismos que nos dicen las abuelas y las mamás, pero a los que no ponemos atención porque estamos demasiado ocupados con los preparativos del matrimonio.  Lo primero es conocer la familia de la pareja, de allí depende mucho, porque si viene de una familia sin amor, probablemente ese es el tipo de familia que a la larga va a construir. Hay que ver muy bien cómo es la comunicación de nuestro ser amado con su familia, cuánto amor y respeto hay, porque a la larga esa será la forma en la que nos va a tratar a cada uno de nosotros.

Luego está el hecho de ver para cada uno cuál es el significado de generosidad y de compartir. Porque para muchos compartir es fácil cuando hay ganancias, pero cuando no las hay. Cuando sólo uno de los dos trabaja y el otro empieza a depender, entonces el sentido de la generosidad puede cambiar.

Y por supuesto lo más importante es saber qué significa el amor: si es un sentimiento real, una formalidad social (es mejor estar casado que soltero, para algunos), una forma de compartir los gastos o comprar una casa más grande, una manera de huir de casa... Hay que ver bien, qué significa amor en la pareja.

Así que lo más importante es hablar, escuchar, ver con los ojos, el corazón y la razón.

jueves, 12 de agosto de 2010

Egipto, un viaje de limpieza espiritual

La semana pasada finalmente viaje a Egipto (era mi sueño desde hacía más de cinco años y se llegó el día), como había contado perdimos la reservación en un crucero de cinco estrellas por estar esperando mi visa y finalmente compramos uno de cuatro estrellas por el que pagamos más. En fin, salimos felices de París a Louxor. Allí llegamos a las 4 de la mañana y nuestro guía nos esperaba para llevarnos al barco. Desde el principio el guía dijo que íbamos a pasar a través de tres cruceros cinco estrellas y que luego veríamos nuestro barco y sonrío. Efectivamente pasamos por tres recepciones bastante lujosas para luego llegar al Ambassador II. No había mucha luz y el piso no brillaba como en los otros barcos, además el espacio era reducido, igual eran las 4 de la mañana y no había mucha energía, ni ánimos para mirar. El segundo día en Louxor empezamos las visitas en un orden diferente al estipulado porque el motor del barco no funcionaba. Así que la visita empezó por el templo de Kom-Ombo con toda la magnificencia que muestra el poder y la pujanza de otras épocas. Lo único un poco incomodo son las docenas de egipcios que se acercan para pedir un euro. Si quieres una foto: un euro, si te muestran algo interesante un euro, si los miras un euro, si caminas un euro... Así continuamos conociendo magníficos monumentos y el tercer día, finalmente, el barco arrancó y visitamos Esna, Edfou, Assouan. De este último lugar partimos a Abou Simbel un lugar maravilloso, hay que levantarse a las 2 de la mañana para hacer cuatro horas de ruta a la ida y cuatro al regreso y descubrir un maravilloso amanecer y por supuesto el templo de Ramses II y el de su esposa preferida Nefertari. En la tarde conocimos un pequeño pueblo típico, allí montamos en dromedario (el mío fue tan rápido, que nadie tuvo tiempo de tomarme una foto), luego nos bañamos en el Nilo, una experiencia inolvidable. Además como de las 25 o 30 horas planeadas de navegación hicimos el doble debido a los problemas del barco, pues conocimos gente muy interesante. Hasta conseguí trabajo como cajera de supermercado, pero eso será otra historia. En definitiva recomiendo los monumentos, nuestro guía Bo-Bo fue maravilloso y el barco… espero que graben el nombre (Ambassador II), para que nunca acepten viajar en él, o mejor nunca compren productos en lastminute.com porque a ellos no les interesan los clientes, sólo el dinero. Eso se ve en que estuvimos en un barco donde la mayoría tuvimos que cambiar de cabina porque no funcionaba el baño, o la ducha, o no había agua (dependía de cada caso).  Además en la parte de arriba no podíamos estar mucho porque el humo del barco no nos dejaba respirar. Lo único que funcionaba bien era la comida, que estuvo rica y por supuesto los empleados del barco siempre muy amables.